Cáncer de pene

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Publicado: Marzo, 2014

Cuando un hombre ve una llaga o una mancha en el pene, suele pensar lo peor. Para algunos hombres, es la preocupación por una enfermedad adquirida sexualmente, pero para muchos, es la preocupación por el cáncer de pene. Se trata de una enfermedad poco frecuente en Estados Unidos, pero como el diagnóstico precoz es tan importante, los hombres deben saber cómo saber si una mancha es preocupante. Y también es útil entender por qué el cáncer de pene es mucho más común en otras partes del mundo.

Cáncer de pene

¿Quién padece cáncer de pene?

Dado que en Estados Unidos se diagnostican unos 1.500 casos al año, la enfermedad representa menos del 1% de todos los tumores malignos en los hombres estadounidenses. Sin embargo, es mucho más frecuente en Asia, África y Sudamérica, donde constituye entre el 10% y el 20% de todas las neoplasias masculinas. Hay tres explicaciones para esta gran disparidad.

La circuncisión. El cáncer de pene es casi inédito en los varones judíos, que tradicionalmente son circuncidados al octavo día de vida. Sólo es un poco más frecuente en los musulmanes, que suelen retrasar la circuncisión hasta algún momento entre los 3 y los 13 años. Pero la circuncisión en la edad adulta no es protectora. En general, la circuncisión reduce el riesgo de cáncer de pene en más del 70%, siendo la circuncisión infantil la más beneficiosa.

Higiene. Al eliminar el prepucio, la circuncisión previene la fimosis, una condición en la que el prepucio se adhiere fuertemente al glande, o punta del pene. Si el prepucio no puede retraerse, pueden producirse inflamaciones e infecciones y acumularse una capa de residuos llamada esmegma. Los médicos creen que, con el tiempo, esta irritación crónica puede provocar cáncer. Pero una buena higiene evitará la irritación crónica. De hecho, el agua y el jabón son casi tan protectores como la circuncisión.

Infección de transmisión sexual. En este caso, el culpable parece ser el virus del papiloma humano (VPH), o al menos dos cepas del bicho (VPH-16 y VPH-18). En estudios recientes, se ha detectado la presencia del VPH en el 30%-80% de los cánceres de pene. El VPH es la principal causa de cáncer de cuello uterino en las mujeres, y se ha propuesto como posible factor en algunos casos de cáncer de próstata.

Características clínicas

La enfermedad suele desarrollarse entre los 50 y los 70 años. La gran mayoría de estos cánceres se producen en la punta del pene, con mayor frecuencia en el propio glande (véase la figura anterior). Más del 95% son cánceres de células escamosas, que surgen de la piel. Al principio, puede parecer una pequeña zona enrojecida o engrosada, o a veces una pequeña verruga. Con el tiempo, puede penetrar en la piel y producir una úlcera que no se cura, o puede acumularse hasta formar una masa verrugosa. En casos avanzados, se hace evidente una secreción sanguinolenta o maloliente.

Diagnóstico

Una biopsia es la única forma de diagnosticar el cáncer de pene. Eso no significa que deba correr a su médico cada vez que vea una mancha cerca de la punta del pene. Es seguro esperar de 2 a 4 semanas para ver si la anomalía desaparece por sí sola. Si no es así, acuda a un urólogo o dermatólogo, que también puede observarlo durante un tiempo antes de realizar una biopsia.

Si la biopsia muestra cáncer, el siguiente paso es averiguar si la enfermedad se ha extendido. En la mayoría de los casos, el cáncer de pene se extiende primero a los ganglios linfáticos de la ingle y luego a los de la pelvis. El médico puede palpar los ganglios en la ingle; pero como el agrandamiento suele estar causado por una infección, puede prescribir un ensayo de antibióticos antes de recomendar una biopsia de los ganglios linfáticos. La tomografía computarizada es la mejor manera de buscar ganglios cancerosos en la pelvis.

Tratamiento

El tratamiento del cáncer no suele ser bonito, pero el tratamiento tradicional del cáncer de pene es especialmente angustioso: la penectomía radical, o amputación. Esta drástica operación sigue siendo necesaria en algunos casos avanzados o recidivantes, pero la enfermedad temprana puede curarse a menudo con procedimientos mucho menos agresivos. Si alguna vez hubo un caso para el diagnóstico precoz, es éste.

Los cánceres pequeños y superficiales confinados en el prepucio pueden curarse con la circuncisión. Los del propio pene pueden tratarse con cirugía micrográfica de Mohs, una técnica en la que los tejidos se extirpan en capas que se comprueban con un microscopio para asegurarse de que se ha eliminado todo el cáncer. La terapia con láser y la radioterapia, mediante haces externos o implantes locales, han tenido bastante éxito en los casos tempranos o moderados. La cirugía sigue siendo necesaria para los casos más avanzados o recidivantes, pero se prefiere la penectomía parcial a la amputación; la extirpación de los ganglios linfáticos de la ingle suele ser útil. La quimioterapia se muestra prometedora.

La prevención primero

El cáncer de pene es difícil de tratar pero fácil de prevenir. Los defensores de la circuncisión infantil citan la capacidad probada de la operación para prevenir el cáncer como un punto fuerte a su favor. Tienen razón, pero una buena higiene es casi igual de protectora. Pero si la prevención falla, el diagnóstico precoz es lo mejor, y eso empieza con un simple vistazo a esta parte de la anatomía masculina que a menudo se pasa por alto.

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