Te has perdido en el bosque. Eso es malo. Has olvidado la brújula. Eso es peor. Pero no es inútil.
Hay varias técnicas que puedes utilizar para encontrar el norte verdadero y reorientarte.
El truco del reloj
Si tienes un reloj, y no es digital, puedes utilizarlo como una brújula. Primero, apunta la aguja de las horas hacia el sol. A continuación, encuentra una línea imaginaria a medio camino entre la aguja de las horas y el 12 de la esfera del reloj. (Durante el horario de verano, la línea intermedia está entre la aguja de las horas y el 1). Esa línea imaginaria apunta al sur. El norte, por supuesto, está a 180 grados en la otra dirección.
Si espera un rato, puede observar el sol y ver en qué dirección se mueve. Si está saliendo, eso es el este. Si se está poniendo, es el oeste. Ya estás orientado.
El truco de la aguja
Si tienes la suerte de haber recordado tu botiquín, saca una aguja de él. Frótala en el forro de seda de tu saco de dormir u otro material, y la electricidad estática resultante la magnetiza.
Coloca la aguja en una brizna de hierba y hazla flotar en un vaso de agua. Se orientará en un eje norte-sur. Tendrás que adivinar en qué dirección está el norte, pero al menos tendrás un 50% de posibilidades de acertar.
El truco del palo
Busca un palo de un metro de largo. Clávalo en el suelo de forma que quede recto. Luego coloca una piedra en el extremo de la sombra que proyecta el palo. Espera unos 15 minutos.
Ahora coloca otra piedra al final de la segunda sombra. De espaldas al palo, colócate con la punta del pie izquierdo tocando la primera piedra, y con la punta del pie derecho tocando la segunda piedra. Estás mirando hacia el norte.
Dibuja una línea imaginaria desde el primer marcador de piedra hasta el segundo. El oeste es la dirección del primer marcador.
El truco más viejo del libro
Pero si no tienes reloj, ni aguja y el sol se ha puesto, quédate quieto. Los rescatadores buscan cerca de donde estuviste por última vez; si te alejas, es menos probable que te encuentren.