Tácticas e instrumentos no letales
Los agentes de policía detienen habitualmente a los sospechosos en el ejercicio de sus funciones. Aunque la mayoría de los sospechosos se rinden sin incidentes, algunos se resisten a ser detenidos. En la mayoría de estos casos, la policía es capaz de someter al sospechoso utilizando técnicas no armadas, algunas de las cuales proceden de diversas artes marciales (por ejemplo, judo y aikido) o se basan en el conocimiento de los puntos de presión nerviosa.
Las armas no letales incluyen dispositivos electrónicos, agentes químicos y una variedad de instrumentos de golpeo diferentes, como porras rectas, de empuñadura lateral y plegables, así como una serie de saps, porras y garrotes. Las porras que llevan los policías eran originalmente de madera, pero ahora la mayoría están hechas de materiales compuestos.
La porra recta se desarrolló a mediados del siglo XX. Conocida como porra o cachiporra, su longitud oscila entre las 12 y las 36 pulgadas (30 y 90 cm). Al ser liso y poder sujetarse por cualquiera de sus extremos, suele causar pocos cortes o laceraciones; puede utilizarse tanto para golpear como para controlar. Las características adicionales de las porras modificadas pueden incluir una linterna incorporada, una carga eléctrica o una jeringuilla (por ejemplo, para administrar un antídoto contra el gas nervioso).
Las tecnologías electrónicas incluyen la pistola de aturdimiento, que suministra una carga eléctrica que provoca espasmos musculares, dolor e incapacitación, y el TASER (una marca registrada), un tipo de dispositivo de control electrónico que dispara dos proyectiles con púas que suministran una carga eléctrica sin necesidad de que el agente se acerque al sospechoso. La tecnología de las pistolas paralizantes es un buen ejemplo de la globalización del equipamiento policial. La mayoría de las fuerzas policiales que pueden permitirse un armamento eléctrico no letal han invertido en él, incluidas las que se resisten al uso de armas de fuego.
Los gases lacrimógenos se utilizan tradicionalmente para dispersar a grandes multitudes. Los primeros aerosoles se utilizaban sólo con moderación, porque se vaporizaban rápidamente y podían afectar a los agentes y a otras personas que se encontraban cerca del sospechoso, especialmente dentro de un coche patrulla. Los aerosoles que contenían oleorresina de pimiento (véase capsaicina), un irritante derivado de las plantas de pimiento, demostraron ser más eficaces que otros aerosoles, y tenían la ventaja adicional de que no se evaporaban.
Para operaciones de alto riesgo y control de multitudes, se pueden suministrar diversos productos químicos irritantes mediante una granada de mano de bajo rendimiento, una escopeta o un lanzagranadas. El PepperBall, menos dañino, que combina un lanzador de aire comprimido y un proyectil lleno de oleorresina de pimiento, fue desarrollado en la década de 1990. Como los proyectiles se rompen al impactar, no suelen causar lesiones permanentes, incluso cuando se disparan a corta distancia. El llamado proyectil «beanbag», que puede dispararse desde escopetas y lanzagranadas, contiene un relleno flexible con peso dentro de una bolsa de tela suave. Otras armas no letales incluyen dispositivos que utilizan el sonido, la luz o el calor para causar confusión, dolor o ceguera temporal.