Cuando compramos tomates secos, solemos comprar los envasados en aceite, ya que los secos tienen una piel más dura y una textura más masticable. Pero los tomates secos envasados tienen sus ventajas: Pueden costar sólo un tercio del precio de los envasados en aceite, y no tienen hierbas o condimentos que puedan no adaptarse a su receta. Algunas fuentes sugieren que se pueden aproximar a los tomates envasados en aceite remojando la variedad envasada en seco en aceite de oliva durante la noche, pero descubrimos que los tomates seguían siendo demasiado duros.
Rehidratar es lo mejor, pero ¿con qué líquido? Probamos con agua o vino, pero el primero dejaba los tomates anegados y diluía su sabor, y el segundo potenciaba la acidez natural de los tomates. Tuvimos más suerte con el caldo (de verduras o de pollo, según la receta), que les confiere un sabor complementario y un atractivo salado. También puedes ponerlos en remojo en agua salada. Este es nuestro método preferido (que puedes escalar según sea necesario):
Coloca 1/2 taza de tomates en un bol resistente al calor, cúbrelos con 1 taza de caldo o 1/2 cucharadita de sal disuelta en 1 taza de agua tibia, luego cúbrelos con un plato y caliéntalos en el microondas durante 2 minutos. Dejar reposar hasta que el lado de la piel del tomate se pueda perforar fácilmente con un tenedor, de 5 a 10 minutos. Escurrir y secar bien con papel de cocina. Las sobras se pueden cubrir con aceite y refrigerar en un recipiente hermético hasta 2 semanas.