Este es el primero de un post de dos partes sobre qué hacer y qué no hacer para acabar con los golpes y los mordiscos. Este post tratará sobre lo que hay que hacer con los niños menores de tres años.
El siguiente post tratará sobre lo que hay que hacer con los niños de 3 años en adelante.
Los padres están comprensiblemente preocupados cuando su dulce pequeño empieza a pegar y morder a otros niños o a mamá y papá.
Aún peor que el dolor infligido es la preocupación de que nuestro hijo, antes cariñoso y complaciente, se convierta en un agresivo habitual o en el matón del preescolar.
Aunque los golpes y los mordiscos no suelen ser tan graves, deben atajarse pronto antes de que se conviertan en un patrón de comportamiento mucho más difícil de corregir.
Para los niños menores de tres años, los golpes y los mordiscos son más un problema de adiestramiento que un «mal comportamiento». Para un niño pequeño frustrado con un vocabulario limitado y pocas habilidades sociales, dar un mordisco al brazo de mamá o papá o golpear a un compañero de juego que se niega a ceder un juguete favorito parece perfectamente lógico.
Nuestro trabajo es entrenar al niño para que se comporte mejor en el futuro sin crear una recompensa que pueda hacer que los golpes y los mordiscos continúen o aumenten.
- Lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer para acabar con los golpes y los mordiscos:
- No pegue ni abofetee a un niño por pegar o morder.
- No castigue.
- NO se preocupe por las opiniones de los demás.
- Supervise de cerca.
- Mantenga la calma.
- Proporcione empatía y límites.
- Calme a su hijo.
- Practique la repetición.
- Practique estrategias alternativas.
- NO fuerce al niño a disculparse.
- Pensamientos finales
- Lo que debes hacer a continuación:
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Lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer para acabar con los golpes y los mordiscos:
No pegue ni abofetee a un niño por pegar o morder.
Hacerlo refuerza que pegar está bien y modela exactamente el comportamiento que está tratando de detener.
No castigue.
Nuestro objetivo debe ser ayudar al niño a aprender formas positivas de gestionar sus grandes emociones. Castigar al niño o decirle que es «malo» o «travieso» sólo fomenta su desánimo y hace más probable una futura agresión. En su lugar, utilice técnicas apropiadas de DISCIPLINA positiva.
NO se preocupe por las opiniones de los demás.
Ya sea que esté en una cita de juegos o visitando a sus suegros, concéntrese en su hijo -no en su reputación o en las sugerencias de los demás- mientras es respetuoso con los que están cerca.
Supervise de cerca.
Los niños pequeños pueden ser imprevisibles, pero probablemente pueda saber cuándo su pequeño se está frustrando o cansando.
Cuando ese sea el caso, ponga fin a la cita de juego o retírelo rápidamente de la situación antes de que pase a los golpes o los mordiscos.
Mantenga la calma.
Es comprensible que se enfade cuando su hijo pequeño le pega a usted o a otro niño, pero obtendrá mejores resultados si mantiene la calma.
Cuando se enfada y levanta la voz, su hijo se asusta y le resulta difícil aprender.
También recibe una gran dosis de atención por un comportamiento negativo, que sólo sirve para reforzarlo.
Si está sujetando a su hijo cuando pega o muerde, bájelo con CALMA y sujétele suavemente las manos para evitar más agresiones. Si el niño pega a otro, asegúrese de que el otro niño está bien (mientras mantiene al suyo cerca de usted) y retire suavemente a su hijo del entorno para que pueda ayudarle a calmar sus emociones sin la distracción de los demás.
Proporcione empatía y límites.
Haga saber a su hijo que entiende sus grandes emociones, luego separe el sentimiento del comportamiento. Dígale: «Vaya, pareces enfadado/frustrado/enfadado/enfadado. Pero no está bien pegar/morder cuando estás enfadado».
Calme a su hijo.
Ayude a su hijo a calmar su cuerpo practicando la respiración abdominal, abrazándolo o incluso cantando una pequeña canción, cualquier cosa que le ayude a calmarse.
Su objetivo es enseñarle que tiene el poder de trabajar con sus grandes emociones sin arremeter contra los demás.
Practique la repetición.
Una vez que su hijo esté lo suficientemente calmado, ayúdele a pensar qué podría hacer de forma diferente la próxima vez, y luego practíquelo.
Esto le da a su hijo la oportunidad de aprender formas más eficaces de manejar esas grandes emociones en el futuro. Sin embargo, tenga paciencia: las emociones pueden ser abrumadoras y estos nuevos hábitos y habilidades tardan en aprenderse.
Practique estrategias alternativas.
Tenga citas para jugar con animales de peluche y anime a su hijo a practicar lo que puede hacer cuando se sienta frustrado, incluyendo alejarse, pedir ayuda o usar sus palabras para decir cómo se siente.
Ser capaz de utilizar estas estrategias de resolución de conflictos en el calor del momento no ocurrirá de la noche a la mañana, pero practicarlas pronto y con frecuencia es la clave.
NO fuerce al niño a disculparse.
Los «lo siento» de un niño pequeño rara vez son sinceros. Cuando se calme, hable de lo que puede hacer para «arreglar las cosas» o «hacer que la parte perjudicada se sienta mejor».
Colorear un dibujo o demostrar un acto de bondad enseña a su hijo a responsabilizarse de sus actos y a mostrar empatía por la otra persona.
Pensamientos finales
Nunca es demasiado pronto para enseñar a su hijo a trabajar con las emociones sin herir a otras personas. De hecho, es un tema que se repetirá durante toda la infancia. Ve a la Parte 2 para aprender lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer con los golpes para niños de 3 años en adelante.
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