La reproducción de las garrapatas está estrechamente relacionada con la alimentación, ya que ésta es necesaria para la producción de huevos. La sangre consumida por una garrapata hembra la nutrirá a través de la producción de huevos.
Ciertos patógenos de importancia veterinaria y médica pueden transmitirse por vía transoviral a las crías de las garrapatas hembras. Muchas especies de garrapatas pueden poner un gran número de huevos, por lo que este modo de transmisión es un medio eficaz para multiplicar los patógenos (virus, bacterias, rickettsias o protozoos).
La mayoría de los apareamientos de ixódidos (garrapatas duras) tienen lugar en el hospedador y sólo después de la fijación, pero hay excepciones en el género Ixodes, donde en algunas especies, el apareamiento puede tener lugar antes de la fijación al hospedador.
Una hembra adulta de ixódido toma una sola comida de sangre para aumentar su peso 100 veces o más. Casi toda la sangre se convierte en huevos para una sola oviposición masiva. Una vez apareada, se desprende del huésped para descansar e incubar los huevos en su interior durante dos o más semanas.
En condiciones adversas, la hembra retrasa la puesta de huevos entrando en un estado llamado «diapausa», que consiste en una disminución del nivel de metabolismo y un retraso en el crecimiento, el desarrollo y la reproducción. Una vez que se ha producido la oviposición, la garrapata hembra muere.
El apareamiento de los argásidos (garrapatas blandas) suele producirse fuera del huésped. Las hembras de los argásidos se alimentan para aumentar su peso entre 5 y 12 veces y sólo una parte de la sangre se convierte en una pequeña puesta de varios cientos de huevos. La oviposición suele estar relacionada con la frecuencia de la alimentación, excepto en el caso de ciertos argásidos, que son capaces de ovipositar sin una comida de sangre (autogenia). No se ha descrito la capacidad de las hembras de ixódidos de poner huevos sin alimentarse.