La tasa de mortalidad infantil es relativamente alta entre los tigres. Algunas crías mueren en incendios forestales, otras en fuertes lluvias y otras son asesinadas por machos adultos que quieren inducir la fertilidad de la madre para poder aparearse con ella. Menos de la mitad de los cachorros que nacen viven más allá de los dos años de edad. Se trata de una estadística especialmente triste si se tiene en cuenta que en la actualidad hay muy pocos ejemplares de estas magníficas criaturas.
Un tigre hembra alcanza la madurez sexual entre los tres y los cuatro años de edad, y probablemente tendrá su primera camada entonces. Los machos son aproximadamente un año mayores que las hembras cuando alcanzan la madurez sexual, es decir, entre los cuatro y los cinco años. Las hembras suelen esperar unos 2,5 años entre embarazos. Sin embargo, si pierde una camada, puede producir otra en cinco meses.
Naturalmente, los tigres viven más tiempo cuando están en cautividad, ya que no están amenazados por los cazadores furtivos, el hambre o los incendios. Reciben protección y asistencia médica cuando es necesario. Por ello, se sabe que los tigres en cautividad viven unos 26 años. Los que están en la naturaleza deben librar una dura batalla para sobrevivir. Por esta razón, su vida es más corta, con una media de 10 años.