Origen en la Edad de Oro
Los detalles del origen de Wonder Woman han cambiado muchas veces a lo largo de los años, pero la premisa básica se ha mantenido en gran medida. El avión del piloto de la Fuerza Aérea estadounidense Steve Trevor se estrella en la inexplorada Isla Paraíso, hogar de las legendarias Amazonas. La princesa Diana, de pelo negro, encuentra a Trevor y las amazonas lo curan. Se celebra un torneo para determinar quién llevará al piloto de vuelta al «Mundo de los Hombres», pero a Diana se le prohíbe participar. Disfrazándose, participa en los juegos, ganándolos y recibiendo el traje de Wonder Woman. Diana lleva a Trevor de vuelta a los Estados Unidos en su avión invisible, y adopta la identidad secreta de Diana Prince. Como Prince, pronto se convierte en la asistente de Trevor, y éste -como una Lois Lane de género invertido- nunca se da cuenta de que su compañera de trabajo y la superheroína que acude constantemente a su rescate son la misma persona.
En sus primeros 40 años de aventuras, la Mujer Maravilla llevaba un distintivo corpiño rojo con un águila dorada, una falda azul con estrellas blancas (rápidamente sustituida por unos pantalones cortos azules con estrellas), botas rojas con una franja central y un borde superior blancos, un cinturón y una tiara dorados, y brazaletes en cada muñeca. Los brazaletes podían desviar balas u otros proyectiles, y de su cinturón colgaba un lazo mágico de oro que obligaba a cualquiera que estuviera atado por él a decir la verdad u obedecer sus órdenes. Entre sus poderes se encontraban una fuerza y velocidad prodigiosas, una casi invulnerabilidad al daño físico y una formidable destreza en el combate. En algunas ocasiones, también mostraba la capacidad de conversar con los animales.
La Mujer Maravilla fue popular entre los lectores por muchas razones. Para una nación inmersa en la Segunda Guerra Mundial, su inquebrantable patriotismo era bienvenido. Los lectores masculinos disfrutaban de las aventuras de una mujer con poca ropa que estaba dibujada al estilo de una de las pinups de la revista Esquire Varga Girl y que a menudo era atada por villanos masculinos o femeninos. Los críticos -sobre todo el polemista anticomics Frederic Wertham- llamaban la atención sobre la preponderancia del bondage en las historias de Wonder Woman, pero Marston afirmaba que esas escenas eran alusiones a la imaginería sufragista. (Sin embargo, esta defensa tenía poca credibilidad, ya que el concepto de «sumisión amorosa» a la autoridad era omnipresente tanto en los cómics de Wonder Woman como en la vida personal de Marston). A las lectoras les gustaba la serie porque presentaba a una mujer fuerte y segura de sí misma que a menudo hablaba del poder de la feminidad y de la necesidad de la solidaridad femenina. En una industria en la que las superheroínas tendían a ser utilizadas para excitar a las mujeres o como complemento de sus homólogos masculinos, más poderosos y populares, la Mujer Maravilla se distinguía. Entre sus persistentes enemigos se encontraban la gata Cheetah, la imponente Giganta, la hechicera Circe y el telépata Dr. Psycho, cuyos poderes mentales eran una siniestra inversión del credo de Marston de «sumisión amorosa». Además de aparecer en sus dos títulos, la Mujer Maravilla fue un miembro destacado de la Sociedad de la Justicia de América en las páginas de All Star Comics.