En Halloween, ¿sabías que en algunas partes del país los niños tienen que contar un chiste o hacer algo para ganarse los caramelos de «truco o trato»? En St. Louis, Missouri, y Des Moines, Iowa, la tradición de contar chistes en Halloween es muy fuerte.
Aprender a apreciar y contar chistes es un paso importante en el desarrollo intelectual de un niño. Las bromas son excelentes para el crecimiento del cerebro. (No para hacer crecer los cerebros como en el laboratorio de Frankenstein, pero, ya lo entiendes…)
Los chistes también son buenos para los cerebros que envejecen. Esta es una gran razón para que abuelos y nietos compartan la diversión de contar chistes.
La ciencia detrás de los chistes
Los científicos han estudiado cómo los chistes son procesados por el cerebro. Los investigadores dicen que entender un chiste implica el proceso de cambio de marco. Recibes la información en su contexto -el marco-, pero con los chistes, el remate requiere que cambies tu marco y veas la información bajo una luz diferente.
En el caso de los juegos de palabras, el chiste te lleva a interpretar una palabra o frase de una manera normal, y para entender el chiste, debes interpretarlo de una manera diferente. Se trata de un pensamiento flexible, y es bueno para los cerebros de jóvenes y mayores.
Además de proporcionar ejercicio para el cerebro, la risa puede realmente proporcionar ejercicio para el cuerpo. ¿Alguna vez se ha reído tanto que ha perdido el aliento? El acto de reír estimula el sistema circulatorio y el sistema respiratorio. Además, la risa puede liberar sustancias químicas beneficiosas que combaten el estrés y la depresión.
Compartir bromas también nos ayuda a establecer vínculos con los demás. La próxima vez que tenga un rato para pasar con los niños o los nietos, apueste por una gran carcajada o, al menos, por una o dos risas. (A los niños también les gustan los chistes de animales y de comida)