Golpe en el globo ocular

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Pinguécula

Las pinguéculas son pequeñas protuberancias de color blanco amarillento en el globo ocular. Son depósitos de grasa, calcio o proteínas. Estas protuberancias son bastante comunes en adultos de mediana edad y mayores. Según algunos estudios, los hombres son más propensos a tener estas protuberancias que las mujeres.

Las investigaciones indican que estas son las causas más comunes de la pinguécula:

  • envejecimiento
  • exposición a la luz ultravioleta
  • ojo seco
  • irritación frecuente por el viento y el polvo

El síntoma más notable de una pinguécula son las protuberancias blancas o amarillas en la parte blanca del ojo, más cercana a la nariz. Aunque también pueden aparecer en la parte del ojo más cercana a la oreja.

Otros síntomas de una pinguécula son:

  • ardecimiento
  • Ojos secos
  • Picor
  • Picor
  • Lagrimas
  • Visión borrosa
  • Sensación de que hay algo en el ojo, también conocida como sensación de cuerpo extraño
  • enrojecimiento
  • inflamación o hinchazón

Las pinguéculas no son cancerosas, pero deben ser vigiladas. Debe hablar con su oftalmólogo sobre sus protuberancias y sobre lo que debe vigilar. Si aumentan de tamaño, cambian de color o empiezan a interferir con su capacidad para llevar lentes de contacto, debe avisar a su oftalmólogo de inmediato. Una pinguécula puede convertirse en un pterigión.

Los métodos de tratamiento incluyen el uso de gafas de sol cuando se está al aire libre y el uso de gotas oculares de lágrimas artificiales. A veces pueden necesitarse gotas medicinales para los ojos.

Pterigión

Si la protuberancia es blanca o rosada y alargada o con forma de cuña, puede tratarse de un crecimiento carnoso llamado pterigión. A veces también se conoce como «ojo de surfista» u «ojo de agricultor» porque la exposición a los dañinos rayos UV durante largas horas puede aumentar el riesgo de contraer un pterigión.

La causa exacta del ojo de surfista no está clara, pero las investigaciones demuestran que quienes están expuestos a la luz UV y a los irritantes del viento y el polvo durante largos periodos de tiempo son más propensos a desarrollar estos crecimientos. Las personas que viven en un clima seco también son más propensas a tener estas protuberancias.

Muchos pterigiones comienzan como pinguéculas. No son perjudiciales para el ojo, pero pueden crecer lo suficiente como para empezar a cubrir la córnea -la parte frontal transparente del ojo- y pueden perjudicar la visión. Estas protuberancias también pueden afectar a la capacidad de usar lentes de contacto. Las gotas oftálmicas medicinales y la cirugía son posibles métodos de tratamiento.

Más allá del crecimiento físico, el pterigión no suele causar síntomas. Los síntomas de la afección suelen limitarse a:

  • crecimientos blancos o rosados en forma de cuña o de ala en el ojo, normalmente en el lado más cercano a la nariz
  • astigmatismo o visión borrosa si el crecimiento penetra en la córnea central
  • ojo seco

Si los bultos no le molestan, puede utilizar lágrimas artificiales para lubricar el ojo y evitar que empeoren. Hágalos revisar regularmente por un oftalmólogo porque puede ser necesario extirparlos quirúrgicamente antes de que afecten a su visión.

Dermoide limbal

Los dermoides limbales son tumores no cancerosos que aparecen en los ojos de los niños. Suelen ser blancos y se superponen a la parte blanca y coloreada del ojo.

En general, no causan daño, pero pueden afectar a la visión del niño. Los tumores pueden extirparse quirúrgicamente, lo que ocurre con mayor frecuencia si el tumor provoca astigmatismo (visión borrosa) o si el tumor aumenta de tamaño.

Tumor conjuntival

Los crecimientos más grandes en la conjuntiva -la membrana transparente que cubre el ojo- también pueden ser un tumor, sobre todo si la protuberancia ha crecido considerablemente con el tiempo. Pueden parecer fijos, tener una protuberancia mínima o tener un aspecto grueso y carnoso. Pueden localizarse en la parte blanca del ojo o sobre la córnea.

Un reciente estudio de investigación examinó 5.002 casos de tumores conjuntivales y observó protuberancias con un diámetro más amplio. Los vasos sanguíneos que alimentan las protuberancias tenían más probabilidades de ser tumores cancerosos. De los casos examinados, el 52 por ciento no eran cancerosos, el 18 por ciento eran precancerosos y el 30 por ciento eran cancerosos.

Un crecimiento precanceroso en esta zona se denomina neoplasia intraepitelial conjuntival (NIC). Es más frecuente en personas mayores y en personas con un sistema inmunitario deficiente que han estado muy expuestas al sol y a los rayos UV. Las investigaciones también muestran que el virus del papiloma humano (VPH) es un factor de riesgo para desarrollar CIN.

El tratamiento de los tumores conjuntivales incluye

  • cirugía para eliminar las células precancerosas o cancerosas
  • crioterapia
  • quimioterapia tópica

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