¡Además de que mamá nos crió bien!
Los buenos modales dictan que cada estornudo debe ir seguido de alguna variación de «bless you». Ya sea una explosión nasal que hace temblar la pared o un delicado achoo, ningún estornudo está completo sin él. Pero, ¿te has preguntado alguna vez por qué lo hacemos? (Aparte del hecho de que mamá nos crió bien, claro).
Por desgracia, los verdaderos orígenes de esta extraña convención social son un poco turbios. Pero hay un montón de conjeturas fascinantes, y no es de extrañar que la mayoría de ellas se basen en gran medida en la superstición.
La teoría más popular es que se originó en Roma cuando la peste bubónica estaba asolando Europa. Los estornudos eran uno de los principales síntomas de la peste, y se cree que el Papa Gregorio I sugirió que una pequeña oración en forma de decir «Dios te bendiga» después de un estornudo protegería a la persona de la muerte.
Otra teoría, más supersticiosa, es que proviene de la antigua creencia de que un estornudo podría expulsar accidentalmente el espíritu del cuerpo, a menos que Dios te bendijera y lo impidiera. Otras culturas pensaban que estornudar obligaba a los espíritus malignos a salir del cuerpo, dejando a los demás expuestos a los espíritus errantes. Una bendición debía proteger tanto al que estornudaba como a los que le rodeaban.
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Y luego está el rumor de que nuestro corazón se detiene cuando estornudamos, y que decir, «bendito sea», es una forma de dar la bienvenida al estornudador de vuelta de la muerte.
Así que aunque la mayoría de nosotros no estamos preocupados por los demonios, la muerte momentánea o la peste bubónica, hoy en día se considera un gesto de cortesía. Y si un simple «que Dios te bendiga» sirve para proteger nuestras almas, mejor aún.
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