En los últimos años, ¿cuál es una de las respuestas más habituales que damos ante cualquier pregunta que nos hacen, petición que nos hacen o sugerencia de cómo empleamos nuestro tiempo?
Obviamente, no es de extrañar que nunca tengamos TIEMPO para pensar en el TIEMPO que tenemos? ¡Ni siquiera el TIEMPO que tenemos, sino la forma en que lo organizamos! ¿Estás confundido? Permíteme aclararlo.
¿Te has preguntado alguna vez por qué el reloj de pulsera atado a tu brazo (suponiendo que todavía uses uno), la pantalla de tu móvil, o cualquier otro maldito reloj del mundo muestra 12 números que significan 12 horas? ¿Por qué no es otro número aleatorio, como el 28 o el 16? ¿Cuál es el significado del doce en nuestra percepción del tiempo? Si lo piensas un poco, no puedes negar que nuestro sistema de medición es bastante extraño. Permítanme explicarlo:
- Las 24 horas se dividen en dos partes: un día que dura 12 horas y una noche que dura 12 horas
- Una hora contiene 60 minutos, que también tienen 60 segundos cada uno.
- Cada segundo se divide entonces en 1000 milisegundos.
Ahora, eso parece una forma bastante extraña de dividir un día. No es de extrañar que los niños tengan problemas para aprender a decir la hora. Sin embargo, como siempre, como cualquier otra cosa en el mundo, también hay una razón detrás de esto.
En el mundo actual, utilizamos ampliamente el sistema numérico decimal, un sistema que se cree que se originó porque nos facilitaba contar cosas con los dedos. En aquel entonces, cuando el ser humano aún exploraba las maravillas de la naturaleza y buscaba respuestas a sus innumerables preguntas, se utilizaban comúnmente muchos otros sistemas numéricos. Los egipcios y los babilonios, que fueron los primeros en dividir el día en partes más pequeñas, utilizaban sistemas numéricos duodecimales (base 12) y sexagesimales (base 60).
Eso, obviamente, plantea la pregunta: ¿por qué base 12 y base 60? La razón es muy sencilla, pero bastante sorprendente.
Sí, lo creas o no, ¡la estructura de nuestros dedos es precisamente la razón! El número de articulaciones de los dedos de cada mano (excluyendo el pulgar) permite contar hasta 12 utilizando el pulgar. ¿Sorprendido por la sencillez de la explicación? Bueno, las cosas se van a complicar un poco más…
¿Por qué 24 horas?
Intentemos entenderlo paso a paso. El concepto de día de 24 horas viene de los antiguos egipcios. Dividían el día en 10 horas con dispositivos como relojes de sombra y luego añadían una hora en cada extremo (una para el crepúsculo y otra al final del día). Más tarde, los egipcios fabricaron una barra en forma de T, calibrada para dividir el tiempo entre la salida y la puesta del sol en 12 partes.
Sin embargo, la ausencia de luz solar dificultaba la división del tiempo por la noche. Es muy interesante saber cómo se las arreglaban para hacerlo. Sí, ¡la división nocturna del tiempo se basaba en la observación de las estrellas! En aquella época, sin tecnología sofisticada que utilizar, eligieron 36 grupos de estrellas (pequeñas constelaciones) llamados «decanos», que se elevaban consecutivamente en el horizonte a medida que la Tierra giraba. Cada decano salía antes de la salida del sol y marcaba el comienzo de un período de 10 días. Así, un total de 36 decanos daba lugar a 36*10=360 días de un año. De un crepúsculo a otro, 18 de estos decanos eran visibles. Sin embargo, cada periodo crepuscular tenía asignados 3 de estos decanos, dejando 12 para el periodo de oscuridad completa (¡el sistema duodecimal también funciona aquí!). Así, la salida de cada decano marcaba una hora, por lo que acabábamos teniendo 12 horas en cada noche.
Sin embargo, en aquella época, las horas no tenían una duración fija. A los astrónomos griegos que entonces trataban de encontrar respuestas a las preguntas sobre el universo, la existencia y las estrellas y galaxias (en definitiva… los astrónomos) les resultaba difícil manejar los cálculos con el método imperante. Entonces, Hiparco nos dio las «horas equinocciales» al proponer la división de un día en 24 horas iguales. Incluso entonces, durante mucho tiempo, la gente común siguió utilizando las horas estacionales. No fue hasta el siglo XIV en Europa, cuando los relojes mecánicos empezaron a utilizarse en Europa, que los plebeyos empezaron a utilizar el sistema que practicamos hasta hoy.
¿Por qué 60 minutos y 60 segundos?
Los astrónomos griegos que nos ayudaron a simplificar la vida dividiendo equitativamente las 24 horas siguieron el sistema sexagesimal (base 60) de Babilonia para los cálculos astronómicos. Así, por comodidad, dividieron además una hora en 60 minutos y cada minuto en 60 segundos. Se desconoce por qué los babilonios utilizaban un sistema de base 60, pero puede ser porque el 60 es un número especial para el cálculo de fracciones. Es el número más pequeño divisible por los 6 primeros números de conteo, y también por 10,12,15, 20 y 30.
El concepto de milisegundos es bastante moderno, y como utilizamos un sistema de base 10, cada segundo se divide en 1000 milisegundos.