Agresión entre perros en el mismo hogar

Fuente: Oscity/

En mi casa suele haber dos o más perros, y las investigaciones han demostrado que tener más de un perro es típico en casi un tercio de los hogares con perros en Norteamérica. En un hogar con varios perros, una de las situaciones más inquietantes es cuando se producen incidentes agresivos entre los perros. No sólo son molestos para la paz y la felicidad de los humanos que viven allí, sino que pueden ser bastante peligrosos para los perros y para las personas que intentan intervenir y disolver la pelea. Un informe científico publicado en el Journal of the American Veterinary Medical Association analizó esta cuestión, evaluando específicamente las características de los perros implicados y lo que se puede hacer para ayudar a eliminar el problema de las peleas entre perros que conviven.

Los investigadores Kathryn Wrubel, Alice Moon-Fanelli, Louise Maranda y Nicholas Dodman reclutaron a 38 parejas de perros que acudieron a la Clínica de Comportamiento Animal de la Escuela de Medicina Veterinaria Cummings de la Universidad de Tufts, en Grafton (Massachusetts), específicamente porque estaban involucrados en incidentes agresivos con sus compañeros de casa. A continuación, el equipo de investigación realizó entrevistas en profundidad y administró cuestionarios para determinar las características de los perros que se habían visto envueltos en esas situaciones. Posteriormente, prescribían un método de tratamiento para el problema.

Lo primero que puede sorprender a la mayoría de la gente es que las hembras de los perros se ven implicadas con más frecuencia en estas peleas que los machos. Sólo el 32 por ciento de los incidentes agresivos implicaban un conflicto entre dos machos, mientras que en el 68 por ciento restante, las hembras eran participantes activas. Esto concuerda con investigaciones anteriores que demuestran que cuando las hembras se ven envueltas en una situación de agresión, las lesiones suelen ser más graves y las peleas tienden a ser más largas y furiosas.

Si observamos las características generales de los perros implicados, encontramos que el instigador de la agresión suele ser el perro que se ha incorporado más recientemente al hogar (70 por ciento). Además, en el 74% de los casos, es el perro más joven el que inicia la pelea. Estas peleas suelen sorprender a los propietarios, ya que el 39% afirma que los perros suelen llevarse bien la mayor parte del tiempo. Los conflictos pueden ser bastante intensos; el 50 por ciento necesitó atención veterinaria para los perros y el 10 por ciento de ellos requirió atención médica para los propietarios que intentaron intervenir. Los propietarios se pusieron en peligro porque el 54 por ciento de ellos pensó que la pelea no se detendría a menos que separaran a los perros, y sólo el 8 por ciento logró separar a los perros utilizando órdenes de obediencia aprendidas.

¿Qué suele desencadenar una pelea entre compañeros de casa? Las acciones del dueño, como prestar atención a un perro en lugar de al otro, son un desencadenante para el 46 por ciento de las parejas. La simple excitación, normalmente relacionada con la llegada del dueño u otras actividades, estuvo implicada en el 31 por ciento. El conflicto por la comida estuvo implicado en el 46 por ciento de las parejas, mientras que los objetos o juguetes encontrados son desencadenantes en el 26 por ciento.

Parece que hay una serie de factores de riesgo que el estudio aisló para uno o ambos perros. Entre las parejas de perros implicadas en incidentes agresivos, el 41 por ciento tenía al menos un miembro que había vivido en varios hogares. Cuando al menos uno de los perros de la pareja tenía 12 semanas de edad o más cuando fue adoptado, la tasa de conflicto era del 39 por ciento; los perros adoptados de un refugio estaban implicados en el 33 por ciento de los casos, y los perros de tiendas de mascotas en el 16 por ciento.

Hay algunas evidencias de que los perros que se ven envueltos en situaciones agresivas con los perros con los que conviven tienen tendencia a mostrar agresividad en otras situaciones. Por ejemplo, el 40 por ciento ha mostrado agresividad hacia otros perros, el 27 por ciento ha mostrado agresividad hacia los humanos que viven en el hogar y el 27 por ciento hacia extraños humanos. Lo más angustioso es que el 20 por ciento ha mostrado agresividad hacia sus dueños.

La agresividad puede no ser su único problema, ya que el 50 por ciento de las parejas de perros implicadas en conflictos tenían al menos un miembro con una notable ansiedad por separación, y el 30 por ciento presentaba fobias, miedos u otras formas de ansiedad.

La buena noticia es que la agresividad entre compañeros de casa parece ser tratable mediante técnicas de comportamiento que los dueños pueden instituir. La primera es la técnica que Nicholas Dodman llama «nada en la vida es gratis». Esto simplemente requiere que los perros respondan a alguna orden simple aprendida (como «siéntate», «abajo», «ven») antes de obtener cualquier recurso que deseen, incluyendo su comida, una golosina, caricias, atención, etc. El segundo implica «apoyar» a uno de los perros, lo que significa que el perro elegido lo consigue todo primero (comida, golosinas, atención, etc.).

Aquí, el problema es qué perro seleccionar, y una forma pragmática de hacerlo es elegir el perro que es más grande, más fuerte, más sano, más activo, etc. Un método alternativo -que parece encajar con las nociones humanas de prioridad, deferencia y respeto- es seleccionar al perro «senior», en el que el perro «senior» es el que estuvo primero en el hogar y el que ha vivido más tiempo con el propietario.

Ambos métodos funcionan, pero no de forma instantánea; por término medio, los datos muestran que la mejora notable no se produce hasta más de cinco semanas después de iniciado el proceso. La técnica de «nada en la vida es gratis» produjo una mejora en el 89% de las parejas, mientras que la «técnica de apoyo a los mayores» produjo una mejora en el 67%. Los investigadores sugieren que estas técnicas funcionan por dos razones: En primer lugar, los perros deben actuar de forma controlada, lo que elimina parte de la emoción y la excitación de la situación. En segundo lugar, los acontecimientos se producen en un orden predecible, los perros aprenden que cada uno de ellos acabará consiguiendo lo que quiere y no es necesario el conflicto.

Es importante señalar que el sexo de los perros no sólo marca la diferencia en la probabilidad de conflicto, sino también en la probabilidad de mejora con el tratamiento conductual. Como señalamos al principio de este artículo, las perras son más propensas a entrar en conflicto con sus compañeros de casa, y sus peleas suelen ser más graves. Esto es coherente con el hecho de que la mejora con el tratamiento conductual es menos pronunciada, aunque sigue siendo significativa, en las parejas de hembras. En las parejas de machos, los conflictos se redujeron en el 72% de los casos, mientras que en las de hembras, la reducción fue del 75%. En las parejas hembra-hembra, la tasa de éxito de la reducción fue sólo del 57 por ciento, que, aunque no es tan grande como en los otros emparejamientos, sigue siendo una tasa de mejora razonable y bien vale la pena el esfuerzo.

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