Típicamente, los alimentos ricos en los ácidos grasos omega 3 y omega 6 son también buenas fuentes de vitamina F. Entre estos alimentos se encuentran los frutos secos crudos, los aceites como el de girasol y el de semillas de uva, y el pescado como la trucha y el salmón. A veces, los suplementos son beneficiosos o incluso necesarios, dependiendo de la dieta y la salud actual de la persona. Las personas que obtienen una cantidad suficiente de esta vitamina en su dieta disfrutan de un sistema inmunitario sano, niveles hormonales equilibrados y una piel, un cabello y unas uñas sanas, pero las que tienen una deficiencia pueden experimentar una serie de problemas de salud internos y externos. Para evitar la deficiencia, es importante que muchas personas se aseguren de que la vitamina F constituye al menos el dos por ciento de su ingesta calórica diaria, como recomienda la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Los tipos de alimentos ricos en ácidos grasos omega 3 y omega 6 suelen ser también ricos en esta vitamina. El aceite de pescado es una excelente fuente de esta vitamina, al igual que los pescados como la caballa, el atún, el salmón y la trucha. Las opciones veganas y vegetarianas incluyen el aceite de linaza, el aceite de semilla de uva y el aceite de onagra. Algunos tipos de aceite de cocina, como el de canola, también son buenas fuentes. Las fuentes alimentarias sólidas de vitamina F incluyen los frutos secos crudos, como las nueces, así como las semillas de girasol, la soja y los aguacates.
A veces, la dieta por sí sola no es una fuente suficiente de la vitamina. Para las personas que suelen comer «sobre la marcha» o que no tienen mucho control sobre su dieta, los suplementos pueden ser beneficiosos. Algunos expertos recomiendan que las personas que tienen una carencia extrema de esta vitamina tomen suplementos además de añadir más alimentos con vitamina F a su dieta. Por lo general, entre estas personas se encuentran las que tienen sobrepeso, siguen una dieta baja en grasas o tienen ciertos problemas de salud como infecciones frecuentes y sistemas inmunitarios debilitados. Los suplementos se conservan mejor en frascos azules o marrones resistentes a la luz, a temperatura ambiente y expuestos al aire con la menor frecuencia posible.
La deficiencia de esta vitamina puede causar problemas en el cabello y en la piel, como caspa, adelgazamiento o caída del cabello, piel seca, eczema, acné y heridas simples que no se curan rápidamente. Los conductos lagrimales pueden dejar de funcionar correctamente, provocando sequedad en los ojos, y algunas personas experimentan calambres estomacales o diarrea. Una carencia grave puede provocar daños en el corazón, los riñones y el hígado, debilitar el sistema inmunitario y aumentar la presión arterial y los niveles de colesterol. Algunas personas pueden experimentar cambios de comportamiento. Sin embargo, un exceso de esta vitamina puede provocar un aumento de peso, un efecto secundario que puede dar lugar a otros problemas de salud.