La descompresión torácica es un procedimiento invasivo que salva vidas en caso de neumotórax a tensión, reanimación cardiopulmonar asociada a un traumatismo o hematoneumotórax masivo que todo médico de urgencias o intensivista debe dominar. Especialmente en el entorno preclínico, la indicación debe limitarse a los casos urgentes, pero en estos casos la descompresión torácica debe ejecutarse sin demora, incluso en circunstancias inferiores. Los métodos disponibles son la descompresión con aguja o la toracocentesis a través de una minitoracotomía con o sin inserción de un tubo torácico en la línea media clavicular del 2º/3º espacio intercostal (posición Monaldi) o en la línea anterior a media axilar del 4º/5º espacio intercostal (posición Bülau). La descompresión con aguja es rápida y no requiere mucho material, pero debe considerarse una medida temporal. Debido a la longitud insuficiente de los catéteres intravenosos habituales de calibre 14, no se puede alcanzar la cavidad pleural en un porcentaje considerable de pacientes. En el caso de la minitoracotomía, hay que tener cuidado de no penetrar en el tórax por debajo del nivel mamario, emplear técnicas de disección roma, identificar claramente el espacio pleural con un dedo y no utilizar un trocar. En casos extremadamente urgentes, la apertura de la membrana pleural mediante toracostomía sin insertar un tubo torácico es suficiente en pacientes con ventilación mecánica. Las complicaciones son frecuentes y comprenden principalmente las posiciones ectópicas, que pueden poner en peligro la eficacia del procedimiento, las lesiones a veces mortales de los órganos intratorácicos adyacentes o -en caso de colocación demasiado inferior- de los órganos intraabdominales, así como las hemorragias o las infecciones. Respetando las reglas básicas para una descompresión torácica segura, muchas de estas complicaciones deberían poder evitarse.