El niño trofeo: Los efectos del favoritismo entre hermanos

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El niño trofeo es una muñeca de porcelana, que sonríe a la cámara. También son los favoritos entre todos los hermanos. Son una extensión de ese padre que quiere que su hijo perfecto satisfaga sus necesidades emocionales, sus fantasías o sus deseos insatisfechos. Aunque sea difícil de reconocer dentro de la familia, el trato preferencial entre hermanos existe y tiene consecuencias.

En nuestra sociedad, nos gusta pensar que los padres con muchos hijos valoran y quieren a sus hijos por igual, sin preferencias. Sin embargo, hay varios estudios que nos demuestran que no siempre es así. El trato preferencial en la crianza existe. Es más, casi el 70% de los padres admitió que, en algún momento, trató a un hijo de forma diferente al resto.

«Mi padre me hizo el mayor regalo que alguien puede hacer a otra persona, creyó en mí»

-Jim Valvano-

Hacerlo una vez, ya sea por la edad o por las diferentes necesidades de un hijo, no es un delito. Sin embargo, el problema es cuando ese sesgo es excesivo y constante. Cuando los padres dan un trato preferente a uno de sus hijos otorgándole elogios y atenciones por encima de todos los demás, entonces estamos ante un fenómeno conocido como «el hijo trofeo».

El hijo trofeo y las familias narcisistas

El hijo favorito no siempre es el mayor ni el menor. Muchos expertos en psicología infantil y dinámica familiar nos dicen que las relaciones entre padres e hijos no son estables. Suelen cambiar en función de las interacciones, la edad de los hijos y otros acontecimientos.

La razón por la que surge un hijo trofeo y aparece el trato preferente no siempre está clara. Los padres (o al menos uno de ellos) pueden verse reflejados en uno de sus hijos y no en otros. También pueden elegir a uno de ellos por sus características físicas o sus habilidades. A veces puede ser simplemente que uno de los hijos sea más manejable que los otros. Sea cual sea el caso, lo que debe quedar claro es que esta situación tampoco es fácil para el hijo trofeo.

Estos niños aprenderán muy pronto que para obtener una consideración positiva de sus padres, deben reprimir sus propios deseos y necesidades para encajar en el ideal de sus progenitores. Por ello, es habitual orientar al niño trofeo hacia una serie de objetivos, como practicar un deporte, tocar un instrumento, convertirse en modelo, etc.

Por otro lado, detrás del niño trofeo suele haber un padre o una madre narcisista. Son personas que hacen de esta crianza preferente su mayor placer y obsesión. Estos niños son su suministro emocional diario. Son una forma de satisfacer deseos y metas no cumplidas del pasado. El niño trofeo se ve obligado a conseguir estas cosas para sus padres en el presente.

El padre narcisista no será capaz de reconocer que el niño tiene sus propias necesidades y preferencias y que ha ignorado al resto de los hermanos. Es una situación compleja que ningún niño merece vivir.

El niño trofeo y los hermanos: Niños abandonados por igual

Cuando un niño tiene dos años, comienza a tener un sentido de identidad y pertenencia. Es entonces cuando aparecen las primeras comparaciones. «Tú tienes esto y yo no», «Tú puedes hacer esto y yo no»… Los celos pueden crear campos de batalla entre los hermanos y las cosas se agravan cuando notan el favoritismo de sus padres.

Todo esto puede dejar huella desde una edad muy temprana. Cuando un padre elige al hijo trofeo, provoca problemas de autoestima e inseguridad en los demás hermanos. Sin embargo, si son capaces de controlar su resentimiento, las emociones contradictorias y la mala relación con sus padres, el hijo desprotegido puede convertirse en un adulto seguro de sí mismo.

Es importante señalar una vez más que la situación del hijo trofeo tampoco es fácil. El trato preferente del que se benefician tiene un alto coste. Muchas veces es la negación de sus propios proyectos de vida. Además, es común que desarrollen un carácter inmaduro, baja autoestima y baja tolerancia a la frustración.

En conclusión, esta situación no es fácil para el niño sobreprotegido y sus hermanos. Estas situaciones son el resultado de una crianza pobre, inmadura y, en muchos casos, narcisista. La crianza y la educación deben ser equilibradas, coherentes y respetuosas para evitar cualquier desplazamiento o favoritismo. Debemos recordar que la consideración positiva también construye nuestra identidad.

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