Los casos de George Floyd y Breonna Taylor representan sólo dos ejemplos recientes y horribles de brutalidad policial que provocan la pérdida innecesaria de vidas humanas. Lo terrible de estos casos se ve amplificado por el hecho de que los estadounidenses negros -tanto George Floyd como Breonna Taylor son negros- tienen más de 2,5 veces más probabilidades de ser asesinados por la policía que los estadounidenses blancos. Aunque los estadísticos, los científicos sociales y los activistas discuten la causa fundamental de esta diferencia (por ejemplo, el racismo sistémico, los índices de criminalidad, la cultura, la socioeconomía), una cosa es segura: cuando un agente de policía acaba con la vida de otra persona, la responsabilidad de hacerlo recae, en última instancia, en ese agente.
La personalidad se refiere a las formas en que las personas piensan, sienten y actúan de manera diferente entre sí. Algunas personas piensan que los médicos son de fiar, otras no. Hay películas que algunas personas aman y otras odian. Algunas personas hacen su cama cada mañana, otras no. Prácticamente todas las diferencias entre las personas están relacionadas con la personalidad. Los agentes de policía, como todas las personas, difieren en su forma de responder a las situaciones que se les presentan. Donde un agente de policía ve amenazas y responde con violencia, otro no lo hace.
Los encuentros mortales con la policía durante la última década, aproximadamente, han dado lugar a repetidos llamamientos a la reforma policial. En 2018, por ejemplo, el Departamento de Policía de Nueva York inició un programa de formación en prejuicios implícitos. Ya se habían adoptado programas similares en todo Estados Unidos, aunque la eficacia de estos programas ha sido seriamente cuestionada. Más recientemente, el ayuntamiento de Minneapolis votó para desfinanciar el departamento de policía de la ciudad. Aunque algunos intentos de reforma policial son mejores que otros, es importante preguntarse si la formación, la educación y la reforma política son siquiera el punto de partida adecuado para hacer frente a la brutalidad policial.
En un número cómico que se hizo viral, Chris Rock afirmó lo que muchos de nosotros ya sabemos. El trabajo policial es difícil, arriesgado e intrínsecamente peligroso. Las personas que dedican su vida a servir y proteger a sus comunidades merecen el máximo respeto. Pero, como también señala el Sr. Rock, «en algunos trabajos, todos tienen que ser buenos». No puede haber errores. No puede haber «sólo unas pocas manzanas podridas». La mejor manera de mantener las manzanas malas fuera de tu barril es evitar escoger manzanas malas en primer lugar. La mejor manera de evitar la brutalidad policial es evitar la contratación de personas que probablemente recurran a tácticas injustificables, violentas y que acaben con su vida cuando estén bajo presión.
La psicología de la personalidad tiene un largo historial de ayuda a las comunidades para contratar mejores agentes de policía. A diferencia de las evaluaciones clínicas de antaño que se utilizaban para diagnosticar los trastornos de la personalidad (por ejemplo, el MMPI), las evaluaciones modernas de la personalidad se utilizan para predecir el comportamiento laboral cotidiano, la eficacia con la que las personas realizan su trabajo y cómo responden al estrés. Además, las evaluaciones bien diseñadas promueven la diversidad y la inclusión al proporcionar una visión imparcial de la adecuación de un candidato a un puesto de trabajo determinado. Es decir, los hombres y las mujeres obtienen las mismas puntuaciones medias y las personas de diferentes etnias obtienen las mismas puntuaciones medias. En resumen, las evaluaciones de personalidad validadas científicamente proporcionan una forma precisa y justa de contratar mejores agentes de policía, reducir la brutalidad policial y reconstruir el respeto y la admiración que merecen los agentes de policía.
Este post ha sido redactado por Chase Winterberg, M.A., J.D.