La sangre del estómago y los intestinos pasa por el hígado, donde se filtra y procesa antes de dirigirse a otras partes del cuerpo. Cuando el tejido cicatricial empieza a sustituir al tejido sano en el hígado, es más difícil que la sangre fluya con normalidad a través del hígado y que éste funcione de forma habitual. La cirrosis es una enfermedad silenciosa, y las personas que la padecen a veces no presentan síntomas hasta que se han producido muchas lesiones en el hígado. La lesión puede estar ocurriendo incluso si una persona tiene pocos o ningún síntoma.
Los síntomas de la cirrosis hepática temprana (a veces llamada cirrosis compensada) incluyen:
- fatiga y pérdida de energía
- pérdida inexplicable de apetito y pérdida de peso
- náuseas
- dolor abdominal
- manchas del tamaño de una cabeza de alfilerManchas del tamaño de una cabeza de alfiler en la piel desde las que se extienden diminutos vasos sanguíneos en círculo (angiomas en araña)
- enrojecimiento de las palmas de la mano (eritema palmar)
En algunas personas, la cirrosis progresa con el tiempo y la capacidad del hígado para funcionar normalmente disminuye. La rapidez con la que esto ocurre varía de una persona a otra y depende de algunas cosas, como el estado de salud general de la persona, su sexo, la causa de la cirrosis, la fase de la enfermedad en la que fue diagnosticada, su dieta y su consumo de alcohol.
En un pequeño número de personas con cirrosis, el hígado queda tan dañado que ya no puede funcionar correctamente. (Este tipo de daño grave se denomina cirrosis descompensada.)
Los síntomas de una cirrosis más grave incluyen:
- pérdida continua de peso
- fatiga extrema
- amarilleo de la piel (ictericia) o de los ojos que no desaparece
- piel con picor
- orina oscura y de color té
- dificultad para conciliar el sueño y/o permanecer dormido; los patrones de sueño se invierten en algunas personas: permanecen despiertos durante la noche y duermen durante el día
- infecciones bacterianas frecuentes en el líquido que puede acumularse en el vientre (peritonitis bacteriana espontánea)
- encías sangrantes o encías que se magullan con facilidad
- inflamación o rotura de venas (varices) en el esófago (conducto alimentario) y el estómago. (Algunos síntomas de esto son heces negras o con sangre y vómitos oscuros que parecen posos de café. Si nota esto, debe recibir atención médica de inmediato. Las varices sangrantes son un problema médico muy grave y potencialmente mortal.)
- Inflamación dolorosa de las piernas (edema) y del abdomen (ascitis) debido a un desequilibrio de líquidos
- falta de aire, aunque no es un síntoma común
- confusión, olvido, cambios de personalidad, cambios en los hábitos de sueño u otros cambios en la función mental (encefalopatía hepática)
Si tiene cirrosis y nota alguno de estos síntomas, debe comentárselo a su médico lo antes posible. Podrían ser un signo de que su cirrosis está empeorando.