Distinguimos dos formas de mal de altura, una forma cerebral llamada mal agudo de montaña y una forma pulmonar llamada edema pulmonar de altura (HAPE). La susceptibilidad individual es el factor más importante para la aparición del HAPE. El sello distintivo del HAPE es una presión arterial pulmonar excesivamente elevada (presión media de 36-51 mm Hg), causada por una vasoconstricción pulmonar hipóxica no homogénea que conduce a una presión capilar pulmonar elevada y a un contenido de proteínas, así como a un líquido de edema rico en glóbulos rojos. Además, la disminución de la eliminación de líquido de los alvéolos puede contribuir a este edema pulmonar no cardiogénico. Se recomienda el descenso inmediato o la administración de oxígeno suplementario y nifedipino o sildenafilo hasta que sea posible el descenso. Los individuos susceptibles pueden prevenir el HAPE mediante un ascenso lento, con una ganancia media de altitud que no supere los 300 m/d por encima de una altitud de 2500 m. Si no es posible la aclimatación progresiva a la altitud, debe recomendarse la profilaxis con nifedipino o tadalafilo para estancias prolongadas a gran altitud o dexametasona para una estancia corta de menos de 5 días.