Muchos padres se quejan de las dificultades que tienen para controlar a los niños pegajosos, ya sea un bebé que llora cada vez que sus padres no están a la vista, un niño pequeño que se aferra a las piernas de sus padres en los eventos sociales o un niño de primaria que no quiere que sus padres salgan a cenar sin ellos.
«Aferramiento» se refiere a un niño que tiene una fuerte reacción emocional o de comportamiento al separarse de sus padres.
Los niños pueden mostrar un comportamiento de aferramiento en cualquier etapa hasta el final de la escuela primaria. Los bebés pueden llorar para hacer saber a sus padres que no les gusta estar separados. Los niños pequeños o mayores pueden llorar, aferrarse o incluso tener una crisis total si sus padres les dejan.
En la mayoría de los casos, estas reacciones son perfectamente normales. Los padres pueden ayudar a sus hijos a superar los períodos de aferramiento reconociendo y aceptando los sentimientos que conlleva este comportamiento.
¿Por qué los niños se vuelven pegajosos?
Un niño puede mostrarse pegajoso debido a un miedo a estar lejos de sus padres (ansiedad de separación) o debido a la ansiedad por los extraños, donde el miedo es más por estar cerca de personas que el niño no conoce.
Los niños también desarrollan su propio sentido de sí mismos desde una edad temprana, así como una voluntad – el deseo saludable de expresarse e impactar en su mundo. Así que, a veces, el comportamiento pegajoso no se debe a que los niños tengan verdadero miedo a que los padres les dejen, sino que se trata de expresar un fuerte deseo de que sus padres se queden.
Y los niños están programados social y biológicamente para formar fuertes vínculos con sus padres. Los padres suelen representar una base segura y cariñosa desde la que los niños pueden explorar el mundo y desarrollar su independencia.
El comportamiento de cariñoso puede intensificarse en determinados momentos del desarrollo, cuando los niños ponen a prueba su recién descubierta independencia, como cuando aprenden a caminar, o durante las transiciones, como el inicio del preescolar, el jardín de infancia o la escuela primaria.
El comportamiento de pánico se vuelve menos común a medida que los niños crecen, pero puede seguir estando presente en los niños de edad escolar.
El nivel de aferramiento de un niño, y la forma en que se expresa, puede verse afectado por:
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el temperamento del niño: algunos niños son más tímidos o introvertidos socialmente; otros son reactivos y experimentan las emociones de forma intensa
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los acontecimientos o cambios importantes en la familia del niño, como el nacimiento de un nuevo hermano, el comienzo de un nuevo colegio o la mudanza; es normal que los niños se vuelvan más pegajosos con sus padres mientras se acostumbran al cambio
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otros factores familiares como la separación o el divorcio de los padres, el estrés de éstos o los problemas de salud mental. Los niños pueden ser muy sensibles a los cambios de sus padres, por lo que si uno de ellos está pasando por un momento difícil, su hijo puede volverse pegajoso o mostrar otros comportamientos desafiantes.
¿Cómo puede ayudar a su hijo?
Ser una base segura
Muchos niños se muestran pegajosos en una situación nueva o con gente nueva. Esto es apropiado desde el punto de vista del desarrollo y tiene una ventaja evolutiva, porque es menos probable que los niños huyan solos en situaciones potencialmente peligrosas.
Pero también es importante que los niños aprendan a separarse de sus padres y a ganar confianza en sus propias capacidades.
Los padres pueden ayudar a los niños a acostumbrarse a una nueva situación apoyándoles en ella. Por ejemplo, si un niño empieza a ir a una nueva guardería, puede ser útil que los padres pasen algún tiempo allí con su hijo, para que éste pueda acostumbrarse al nuevo entorno con su padre de confianza cerca.
Reconozca los sentimientos de su hijo
Cuando los niños se muestran pegajosos, están comunicando sus sentimientos. Resistirse al aferramiento no suele ayudar, porque los sentimientos de los niños no desaparecerán si se les ignora o se les resta importancia.
En cambio, las investigaciones demuestran que es importante reconocer, etiquetar y normalizar los sentimientos de los niños.
Los padres pueden temer que hablar de los sentimientos de sus hijos empeore la situación, pero esto no suele ser así. Hablar de los sentimientos suele ayudar a los niños a dejarlos ir, ayudándoles a regular sus emociones.
Esto ocurrirá a su propio tiempo, lo que puede significar aceptar una rabieta en la separación, o un comportamiento pegajoso en un evento social, hasta que el niño se adapte.
Modelo de confianza en la calma
Los padres son modelos importantes para los niños, lo que significa que se convierten en el ejemplo de trabajo de sus hijos sobre cómo reaccionar ante determinadas situaciones. La forma en que los padres responden a la conducta pegajosa de su hijo puede moldear la forma en que los niños se sienten ante una situación particular.
Por ejemplo, si un niño es pegajoso cuando empieza la escuela primaria y sus padres reaccionan con un alto nivel de preocupación y ansiedad, el niño puede sentirse inseguro de que el nuevo entorno sea seguro. Pero si el padre o la madre demuestran una confianza tranquila en su hijo, en que se enfrentará a la separación y/o a la nueva situación, es más probable que el niño también se sienta cómodo.
Hablar del plan con antelación
Los humanos tienen miedo a lo desconocido, por lo que hablar con los niños sobre un cambio próximo o una situación temida les ayudará a afrontarlo.
Por ejemplo, antes de ir al médico, sería útil hablar de cómo se va a preparar (qué llevar, cómo llegar, dónde está la consulta), de lo que puede ocurrir al llegar (presentarse en la recepción, sentarse en la sala de espera con otros pacientes) y de lo que puede ocurrir en la visita (de qué se va a hablar con el médico, si éste puede necesitar tocar al niño).
Incluso cuando se habla de eventos futuros, es importante reconocer los sentimientos y modelar una confianza tranquila.
¿Pero qué pasa si mi hijo es demasiado pegajoso?
Hay algunos factores que se deben tener en cuenta para juzgar si el comportamiento pegajoso de un niño es preocupante.
En primer lugar, considere el contexto. ¿Está el niño afrontando un cambio significativo en su vida, un nuevo entorno o nuevas personas? Algunos niños son especialmente sensibles al cambio y pueden necesitar varias semanas (o meses) para adaptarse. Por lo tanto, es posible que tenga que proporcionar al niño un poco de apoyo adicional para que supere la transición.
En segundo lugar, considere la intensidad del comportamiento. ¿Interfiere el comportamiento pegajoso en la vida normal del niño? Por ejemplo, ¿interfiere en su capacidad para ir a la guardería o a la escuela, o le causa a su hijo (y a los padres) un malestar y un estrés considerables?
En tercer lugar, considere el período de tiempo. Si el comportamiento se produce a diario y dura más de cuatro semanas, y está interfiriendo en la vida del niño, puede ser útil consultar con un profesional, como un médico de cabecera, un pediatra, un psicólogo o un orientador escolar.