Innovación disruptiva significa reinventar una tecnología, un modelo de negocio o simplemente inventarlo todo. Hay muchos ejemplos de innovación disruptiva, pero nuestros tres favoritos son Waze, Airbnb y Uber. La innovación disruptiva genera nuevos mercados y valores, para perturbar los existentes.
Los innovadores disruptivos alteran y mejoran significativamente un producto o servicio de maneras que el mercado no esperaba. Así, en primer lugar, descubren nuevas categorías de clientes y, en segundo lugar, reducen los costes y mejoran la calidad en el mercado existente. Lo hacen, en parte, aprovechando las nuevas tecnologías, pero también desarrollando nuevos modelos de negocio y explotando las viejas tecnologías de forma novedosa.
A diferencia de la innovación disruptiva, la innovación sostenible busca mejorar los productos existentes. Es decir, no crea nuevos mercados o valores, sino que se limita a desarrollar los existentes.
El «dilema del innovador» es la difícil elección a la que se enfrenta cualquier empresa cuando tiene que elegir entre mantener un mercado existente haciendo lo mismo, pero ligeramente mejor (innovación sostenida), o captar nuevos mercados adoptando nuevas tecnologías y nuevos modelos de negocio (innovación disruptiva).
Para lograr una innovación de vanguardia en una empresa y crear al mismo tiempo una ventaja comercial duradera, ésta debe aspirar a lograr tanto la revolución como la evolución. En otras palabras, la innovación disruptiva y la innovación sostenible no tienen que ser necesariamente alternativas entre sí, sino más bien medidas complementarias.