¿Cómo evolucionó la homosexualidad en los humanos?
Típicamente, esta pregunta se plantea como una paradoja.
El argumento es el siguiente: el sexo homosexual por sí solo no puede producir hijos, y para que los rasgos evolucionen, tienen que ser transmitidos a los hijos, que obtienen algún tipo de ventaja competitiva de ellos.
Desde esta perspectiva, algunos argumentan que la homosexualidad no debería haber evolucionado.
En un artículo publicado ayer por mí y por el profesor de la Universidad de Duke Brian Hare, proponemos que la sexualidad humana (incluida la homosexualidad) evolucionó como resultado de la evolución de una mayor sociabilidad en los humanos.
Sostenemos que muchas de las fuerzas evolutivas que dieron forma a la sexualidad humana fueron sociales, en lugar de basarse en la capacidad reproductiva.
Esta es nuestra «hipótesis sociosexual» para la evolución del sexo y la atracción gay.
Sexo para crear vínculos
Para los humanos, y para muchos otros animales, el sexo no se limita a la reproducción.
En nuestro pariente primate más cercano, el bonobo, el sexo heterosexual y el homosexual tienen funciones vitales en el juego, las transacciones sociales, el trueque de alimentos, la vinculación social entre personas del mismo sexo y la vinculación entre parejas de apareamiento.
No debemos limitar nuestro pensamiento sobre la evolución del sexo a sus funciones reproductivas. También debemos considerar sus funciones sociales.
Basándonos en el comportamiento social de los primates (y de otros mamíferos sociales), argumentamos que la reciente evolución cognitiva y conductual de nuestra especie fue impulsada por la selección natural que favoreció los rasgos que permitían una mejor integración social. Esto se denomina prosocialidad.
Los primeros humanos que podían acceder rápida y fácilmente a los beneficios de la vida en grupo tenían una fuerte ventaja selectiva. Creemos que esto condujo a la evolución de toda una serie de rasgos que incluyen la reducción de la agresividad, el aumento de la comunicación, la comprensión, el juego social y la afiliación.
Especies como el bonobo, que evolucionaron para una alta prosocialidad, evolucionaron para utilizar el comportamiento sexual en muchos contextos sociales. Esto se traduce en un aumento del sexo en general, una mayor diversidad en los contextos del sexo y un aumento del sexo gay.
Creemos que algo similar ocurrió en la evolución humana reciente. El sexo y la atracción gay pueden haber evolucionado porque los individuos con cierto grado de atracción por el mismo sexo se beneficiaron de una mayor movilidad social, de la integración y de unos lazos sociales más fuertes entre personas del mismo sexo.
Esto puede sonar contradictorio, dado que los homosexuales son socialmente marginados, condenados al ostracismo e incluso criminalizados en muchas sociedades.
Sin embargo, nuestro argumento se refiere a la evolución temprana de la sexualidad humana, no a cómo fenómenos relativamente recientes como la religión y las estructuras legales basadas en la religión han respondido a las minorías sexuales.
Hechos de apoyo
Muchos estudios desde la investigación pionera de Alfred Kinsey y sus colegas han subrayado que las minorías sexuales se dan en todas las culturas, y los niveles de personas homosexuales y bisexuales en las poblaciones han sido bastante estables a lo largo del tiempo.
Nuestra hipótesis predice que la bisexualidad y las personas que se identifican como «mayoritariamente heterosexuales» deberían ser más comunes que las personas que se identifican como exclusivamente homosexuales, y así es.
Análisis genéticos recientes confirman que cientos de genes influyen en la sexualidad de forma compleja.
Heredamos de forma bastante aleatoria la mitad de nuestros genes de cada padre. La composición genética de cada persona es única, por lo que sería muy improbable encontrar dos personas con exactamente el mismo conjunto de genes que influyen en su sexualidad.
Por lo tanto, se espera una variación, y los individuos caen a lo largo de un espectro que va desde una mayoría que es heterosexual, a una minoría que se identifica como gay.
Nuestra hipótesis para la evolución de la homosexualidad predeciría este tipo de variación en la sexualidad humana, y puede ayudar a explicar por qué es generalmente estable a través de las culturas.
Creemos que la sexualidad es un rasgo muy complejo, entrelazado con la socialidad. La atracción, el comportamiento sexual, los vínculos sociales y el deseo contribuyen a su complejidad.
Hacer las preguntas correctas
La altura es otro rasgo influenciado por cientos de genes, muchos de los cuales interactúan con nuestros entornos externos de forma compleja.
Vemos una variación continua en la altura humana: existen personas muy altas y muy bajas.
Podríamos recurrir a la ecología nutricional para explorar la evolución de la altura humana, pero no sentiríamos la necesidad de introducir argumentos evolutivos especiales para explicar la existencia de personas altas o bajas.
No es necesaria ninguna explicación especial. Simplemente están mostrando variaciones naturales, genéticamente influenciadas, en la altura.
De manera similar, pensamos que preguntar cómo evolucionaron el sexo y la atracción gay es una pregunta equivocada.
Una pregunta más útil es: ¿cómo evolucionó la sexualidad humana en todas sus formas?
Al hacerlo, reconocemos que la homosexualidad no presenta una paradoja que necesite una explicación especial. Es simplemente un resultado de la reciente evolución sociosexual de nuestra especie.