Los científicos tienen cada vez más esperanzas de que ciertos tipos de drogas psicodélicas sean aprobadas algún día para fines médicos como el tratamiento de la depresión y la ansiedad.
¿Pero qué hace que un psicodélico sea un psicodélico? ¿En qué se diferencia de otras drogas como la cocaína o el alcohol? Y ¿qué hace que un «viaje» con un psicodélico -como el ácido, por ejemplo- sea distinto de un viaje con otro?
Aquí tienes un rápido gráfico para ponerlo en perspectiva:
El modo exacto en que los psicodélicos impactan en el cerebro sigue siendo un misterio para los científicos, pero en los últimos años lo estamos descubriendo cada vez más.
Lo que sí sabemos, sin embargo, es que los psicodélicos tienen un efecto fundamentalmente diferente en el cerebro que las drogas adictivas como el alcohol y la cocaína. La cocaína, por ejemplo, provoca una profunda sensación de euforia al inundar temporalmente los centros de recompensa y motivación del cerebro. En algunas personas, esto puede desencadenar un ciclo de refuerzo que las atrapa en la adicción, incluso cuando la misma cantidad de la droga ya no produce un «subidón» característico. Por otro lado, la droga psicodélica psilocibina (el ingrediente psicoactivo de las setas mágicas) parece alterar fundamentalmente la infraestructura de la corteza prefrontal del cerebro y cambiar la forma en que se intercambia la información en esta zona del cerebro.
Esta es una de las razones por las que muchos científicos creen que no es razonable etiquetar a los psicodélicos como drogas «recreativas» – en los pacientes que he entrevistado y que han participado en ensayos clínicos con psilocibina, el viaje psicodélico en sí mismo parece cualquier cosa menos recreativo. De hecho, en la mayoría de los casos, los usuarios describen que sienten pánico, ansiedad y miedo durante el viaje. Es lo que la droga parece hacerles después del propio viaje lo que da esperanzas a los investigadores. En muchos casos, los pacientes describen cambios de comportamiento duraderos que incluyen, por ejemplo, una mejora en las relaciones y un mayor optimismo sobre la vida.
La silocibina no es la única droga psicodélica que los investigadores están estudiando por sus posibles efectos terapéuticos. También están estudiando el LSD («ácido»), el DMT (ayahuasca) y otras. Cada droga tiene una duración de viaje diferente y varía en cuanto a su legalidad en todo el mundo.
Los métodos para producir, elaborar y tomar las drogas también difieren.
Mientras que las setas mágicas normalmente se cultivan y se comen, se preparan en forma de té o se muelen y se toman en forma de píldora, el LSD se fabrica sintéticamente y normalmente se procesa en tiras que se pueden absorber colocándolas en la lengua.
La ayahuasca, por otro lado, se suele consumir como bebida. Se elabora a partir de las vides maceradas y hervidas de la planta Banisteriopsis caapi (yage) y de la hoja Psychotria viridis (chacruna), y se ha utilizado durante siglos como medicina espiritual tradicional en ceremonias entre los pueblos indígenas de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Los efectos de la ayahuasca proceden de la mezcla de la droga dimetiltriptamina, o DMT, procedente de la planta chacruna, y el inhibidor de la MAO de la planta yage, que permite que la DMT se absorba en el torrente sanguíneo.