¿Por qué me cuesta tanto controlar mis emociones y acciones?
Vulnerabilidad emocional
En la esencia de muchos problemas psicológicos y sociales está la «vulnerabilidad emocional». Es biológica, y es simplemente la forma en que algunas personas nacen. Las personas que son emocionalmente vulnerables pueden ser capaces de captar información emocional sutil en su entorno que otros son incapaces de detectar. Por ejemplo, las personas con esta presentación pueden tener una capacidad superior de reconocimiento facial a la hora de notar emociones intensas en los demás. Es probable que experimenten emociones con más frecuencia que los demás y su experiencia suele estar definida por estallidos repentinos e inexplicables de emociones. Así que, en esencia, sus emociones son intensas, duraderas y las personas emocionalmente vulnerables suelen sentir que sus emociones les han golpeado como «una tonelada de ladrillos». Una vez que se alteran, suelen tardar mucho más en estabilizarse emocionalmente y cuando se alteran o desregulan pueden actuar de forma impulsiva.
Impulsividad
La impulsividad también tiene una base biológica y regular las conductas es más difícil para unos que para otros. A algunas personas les resulta muy difícil refrenar sus comportamientos impulsivos. Se dan cuenta de que a menudo actúan antes de pensar y muestran comportamientos que parecen surgir de la nada. No es raro que este tipo de comportamientos impulsivos les metan en problemas, porque les resulta muy difícil ser eficaces. Sus estados de ánimo se interponen en el camino de poner en marcha cualquier tipo de plan para lograr sus objetivos y les resulta difícil controlar cualquier comportamiento que esté vinculado a sus estados de ánimo.
Entornos invalidantes
Un entorno social invalidante también puede dificultar la regulación de las propias emociones. Un entorno invalidante es uno que no es un buen «ajuste» para usted. Puede ser un entorno que trivializa, ignora o castiga tus respuestas emocionales. Es un entorno que no es compatible contigo y en el que no hay nadie que te apoye en tus experiencias emocionales. Es un entorno que te dice que tus emociones son incorrectas, malas, raras o inválidas. Es posible que hayas escuchado «No seas un bebé» o «Si vas a llorar, sube y hazlo». Es posible que tus emociones no sean validadas porque has sufrido algún tipo de trauma, abuso o violencia familiar. También puede ser que las personas que invalidan tus emociones estén haciendo lo mejor que pueden, y puede que no sepan cómo validar o lo importante que es validar. Las personas de tu entorno también pueden tener miedo de exacerbar tus emociones. Además, puede que ellos mismos estén sometidos a una enorme presión y estrés y simplemente no tengan los recursos necesarios para validar tu experiencia emocional. También puede ser que simplemente haya un mal ajuste entre tú y tu entorno social y que seas «un tulipán en un jardín de rosas».
Regulación de las emociones
Aprender a regular tus emociones y acciones puede resultar difícil cuando te encuentras en un entorno social ineficaz. Es posible que se le recompense por sus emociones fuera de control cuando las personas que le rodean ceden a ellas. Por el contrario, otros pueden pedirte que cambies pero no te proporcionan las habilidades necesarias para apoyarte en ello. Además, que te digan que cambies tus respuestas emocionales puede ser muy invalidante. Por lo tanto, es importante reconocer que las personas sólo necesitan cambiar las emociones que quieren cambiar o que quieren sentir con menos intensidad o por una duración reducida.
Reducir la vulnerabilidad a las emociones fuertes es a menudo la estrategia preferida que tratar de cambiar las emociones no deseadas una vez que están en marcha. ¡Más vale prevenir que curar! La resiliencia emocional puede mejorarse mediante estrategias de regulación de las emociones. En primer lugar, es importante construir una mente resiliente construyendo un cuerpo resiliente; estableciendo rutinas regulares de alimentación, sueño y ejercicio. En segundo lugar, acumular experiencias positivas identificando y actuando sobre las prioridades y los valores. Por último, planificar con antelación los próximos retos emocionales utilizando estrategias de afrontamiento como la atención plena. Esto ayudará a minimizar la vulnerabilidad a las emociones y a crear una sensación de dominio.