Brandi Carlile habla del arma vocal secreta de su nuevo álbum

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«Fue una separación suave», dice Carlile sobre la separación de Columbia. «Sigo apreciando el hecho de tener un contrato discográfico -no hay ningún chico en el mundo que no quiera un contrato discográfico con Columbia-, pero cuando se acabó, tuvimos que reevaluar quiénes somos y cómo queremos hacer discos. No tuvimos que enviar nuestras maquetas a alguien de Columbia para que nos diera su opinión. No tuvimos que convencer a nadie de que estaba bien grabar en directo».

Lo que sí consiguieron los compañeros de la banda fue abrazar por completo el sonido rico en armonía que habían estado haciendo -y ocultando parcialmente- desde 2005.

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«Cuando las gemelas y yo nos juntamos», explica Carlile, «fue un momento crucial en Seattle porque todavía era la era post-grunge. Era imposible no verse afectado por esa música en Seattle, independientemente de lo que se sintiera por ella. Era el statu quo, y el bebé que se había tirado con el agua de la bañera era la armonía a tres voces. Yo procedía de una profunda formación country, escuchando a Little River Band y Oak Ridge Boys y Alabama y los Judds. Los chicos habían crecido escuchando mucho punk rock, pero también muchos Beatles y Beach Boys. A todos nos gustaba en secreto ese sonido armónico, que nadie en Seattle hacía en ese momento. Nos escondíamos en mi sala de estar, practicando esas armonías juntos, y en eso se formó nuestro vínculo. Luego salíamos a dar nuestros conciertos y no hacíamos las armonías, porque nadie quería escucharlas en ese momento».

«The Story», el single de 2007 que sigue siendo la canción insignia de Carlile, es un excelente ejemplo de esos días sin armonía. Carlile suena fantástica, con una voz que pasa de una ronca como la de Lucinda Williams a un lamento digno de Thom Yorke, y los gemelos Hanseroth la respaldan con mucha potencia de fuego. Sin embargo, con un solo compañero de banda en el micrófono, «The Story» se siente menos como el trabajo de una democracia y más como un escaparate para el miembro más reconocible del grupo.

Tal vez por eso «The Eye», la balada de estilo sureño de The Firewatcher’s Daughter, tiene tanta fuerza. Inspirada en «Helplessly Hoping» de Crosby, Stills y Nash, está construida en torno a las voces entrelazadas de Carlile y los dos hermanos Hanseroth. Ningún vocalista es más fuerte que el resto. «The Eye» probablemente no habría entrado en uno de los lanzamientos de la banda en Columbia – «Si les hubiéramos dicho que íbamos a cantar en armonía a tres voces cada nota de una canción en una banda llamada Brandi Carlile, quizá no habría salido muy bien», admite Carlile – pero sigue siendo la mejor canción que han publicado en años.

«Tim empezó a escribirla», dice. «Originalmente, eran dos canciones diferentes: una llamada ‘If You Learned to Stay’ y otra llamada ‘The Eye’. Un día, acabamos combinando la estrofa de una con el estribillo de la otra, y simplemente funcionó. Ya eran buenas por sí solas, pero eran mejores juntas».

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