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Si no tienes tiempo para sentarte a leer un libro físico, ¿se considera que escuchar la versión de audio es hacer trampa? Para algunos fanáticos de los libros, podría serlo. Pero nuevas pruebas sugieren que, para nuestros cerebros, leer y escuchar una historia podría no ser tan diferente.

En un estudio publicado en el Journal of Neuroscience, investigadores del Gallant Lab de la UC Berkeley escanearon los cerebros de nueve participantes mientras leían y escuchaban una serie de cuentos de «The Moth Radio Hour». Tras analizar cómo se procesaba cada palabra en el córtex cerebral, crearon mapas de los cerebros de los participantes, señalando las diferentes áreas que ayudaban a interpretar el significado de cada palabra.

Los resultados se plasmaron en un diagrama interactivo, que se publicará esta semana en el sitio web del Laboratorio Gallant.

Al observar los escáneres cerebrales y el análisis de los datos, los investigadores vieron que los cuentos estimulaban las mismas áreas cognitivas y emocionales, independientemente de su medio. Se trata de añadir a nuestra comprensión de cómo nuestros cerebros dan significado semántico a las letras garabateadas y las ráfagas de sonido que componen nuestra comunicación.

Este es tu cerebro en las palabras

En 2016, los investigadores del Gallant Lab publicaron su primer mapa interactivo del cerebro de una persona después de escuchar dos horas de historias de «La Polilla». Se trata de un vibrante diagrama con los colores del arco iris de un cerebro dividido en unas 60.000 partes, llamadas vóxeles.

La codificación y el análisis de los datos de cada vóxel ayudaron a los investigadores a visualizar qué regiones del cerebro procesan determinados tipos de palabras. Una sección respondió a términos como «padre», «rechazado» y «vuelto a casar», palabras sociales que describen acontecimientos dramáticos, personas o tiempo.

Pero el estudio más reciente, que comparó los cerebros cuando escuchaban y leían, mostró que las palabras tienden a activar las mismas regiones cerebrales con la misma intensidad, independientemente de la entrada.

Fue un hallazgo que sorprendió a Fatma Deniz, investigadora postdoctoral en el Laboratorio Gallant y autora principal del estudio. Los cerebros de los sujetos creaban el significado de las palabras de la misma manera, independientemente de si estaban escuchando o leyendo. De hecho, los mapas cerebrales para la información auditiva y visual que crearon a partir de los datos parecían casi idénticos.

Su trabajo forma parte de un esfuerzo más amplio para comprender qué regiones de nuestro cerebro ayudan a dar significado a ciertos tipos de palabras.

Más trabajo por delante

Deniz quiere llevar el experimento aún más lejos realizando pruebas en una gama más amplia de sujetos. Quiere incluir a participantes que no hablen inglés, que hablen varios idiomas o que tengan trastornos del procesamiento auditivo o dislexia. Averiguar exactamente cómo el cerebro da sentido a las palabras podría alimentar los experimentos durante años.

«Esto puede durar una eternidad… es una pregunta increíble», dice. «Sería increíble comprender todos los aspectos de la misma. Y ése sería el objetivo final».

Por ahora, Deniz dice que los resultados de este estudio podrían servir de argumento para que las personas que tienen dificultades para leer o escuchar tengan acceso a historias en diferentes formatos. Los niños que crecen con dislexia, por ejemplo, podrían beneficiarse de los audiolibros que están fácilmente disponibles en el aula.

Y si escuchar audiolibros es tu método preferido para contar historias, puede que no estés haciendo trampa en absoluto. De hecho, parece que no pierdes nada descargando libros en tu teléfono: sólo estás siendo un lector, er, oyente inteligente.

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