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Los factores ambientales vinculados al trastorno del espectro autista no aumentaron en importancia con el tiempo y, por tanto, es poco probable que expliquen el aumento de la prevalencia del TEA, según los resultados de un estudio de diseño de gemelos publicado en JAMA Psychiatry.
«Los métodos de gemelos proporcionan una herramienta para probar hipótesis porque pueden comparar la magnitud de las contribuciones genéticas y ambientales con un rasgo a lo largo de diferentes grupos, como los individuos nacidos durante diferentes períodos», escribieron el doctor Mark J. Taylor, del departamento de epidemiología médica y bioestadística del Karolinska Institutet de Estocolmo, y sus colegas. «Si los cambios en el entorno a lo largo del tiempo explican la prevalencia cambiante de un rasgo, entonces una hipótesis es que se espera que la varianza ambiental aumente con el tiempo. Si la varianza genética subyacente mostrara poco o ningún cambio, entonces una expectativa es que la heredabilidad de un rasgo dado también disminuyera»
Taylor y sus colegas se propusieron evaluar si esta hipótesis es cierta para el TEA investigando si la importancia relativa de las asociaciones ambientales y genéticas con el TEA y los rasgos autistas cambió durante un período de 16 y 26 años.
Los investigadores analizaron los datos de dos cohortes de gemelos suecos de ámbito nacional: el Registro Sueco de Gemelos (STR), que incluía participantes nacidos entre enero de 1982 y diciembre de 2008, y el Estudio de Gemelos de Niños y Adolescentes en Suecia (CATSS), que incluía participantes nacidos entre enero de 1992 y diciembre de 2008. Identificaron diagnósticos de TEA para gemelos en el STR, con seguimiento hasta 2013, y utilizaron cuestionarios para asignar diagnósticos de cribado de TEA a los participantes del CATSS y para evaluar los rasgos autistas.
Taylor y sus colegas dividieron cada muestra en múltiples cohortes de nacimiento que cubrían de 1982 a 1991 sólo para el STR, así como de 1992 a 1995, 1996 a 1999, 2000 a 2003 y 2004 a 2008. Evaluaron si se producían cambios a través de las cohortes de nacimiento en el entorno y la varianza genética subyacente a los rasgos autistas, así como la contribución relativa de la genética y el entorno a la responsabilidad del autismo.
El análisis incluyó datos de 22.678 pares de gemelos en el STR y 15.280 pares en el CATSS. Los resultados mostraron que la heredabilidad de los diagnósticos de detección variaba de 0,75 (IC del 95%, 0,58-0,87) a 0,93 (IC del 95%, 0,84-0,98) entre los participantes del CATSS y de 0,88 (IC del 95%, 0,74-0,96) a 0,97 (IC del 95%, 0,89-0,99) entre los participantes del STR. Los investigadores observaron un modesto aumento de la varianza en los rasgos autistas a lo largo del tiempo que se asoció con aumentos en la varianza ambiental y genética, habiendo aumentado la varianza total de 0,95 (IC del 95%, 0,92-0,98) a 1,17 (IC del 95%, 1,13-1,21) a lo largo del tiempo.
«Nuestros resultados no descartan el papel de los factores ambientales en el TEA y coinciden con estudios anteriores que sugieren que es probable que estos factores no sean compartidos», escribieron los investigadores. «Los factores ambientales no compartidos contribuyen a las diferencias entre los familiares que comparten el mismo hogar (por ejemplo, el peso al nacer en asociación con el TEA)». – por Joe Gramigna
Divulgaciones: Un autor del estudio informa de subvenciones del Consejo Sueco de Investigación durante la realización del estudio, y otro autor del estudio informa de subvenciones y honorarios personales de Shire/Takeda y de honorarios personales de Evolan fuera del trabajo presentado. Los demás autores no informan de ninguna revelación financiera relevante.
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