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Un ensayo clínico de fase 1 analizó el AZD1775, un inhibidor diseñado para bloquear una enzima llamada Wee1, que desempeña un papel en la reparación del daño del ADN. El ensayo se basa en casi 20 años de investigación en la UM centrada en la mejora del tratamiento del cáncer de páncreas demasiado avanzado para la cirugía.

La radiación y el fármaco de quimioterapia gemcitabina, que son el tratamiento estándar para el cáncer de páncreas, actúan causando daños en el ADN. Pero el cáncer de páncreas tiene una forma de reparar ese daño, lo que limita la eficacia de estas terapias. Los investigadores del laboratorio del Centro Oncológico Rogel, dirigidos por la doctora Meredith Morgan, descubrieron que el AZD1775 impide que el cáncer de páncreas se proteja a sí mismo contra los efectos de la radiación y la gemcitabina, mientras que deja a las células normales relativamente intactas.

«Si podemos desactivar la respuesta al daño del ADN en las células del cáncer de páncreas, podría eliminar la resistencia al tratamiento y sensibilizar al cáncer a los efectos tanto de la radiación como de la quimioterapia», afirma el autor principal del estudio, el doctor Kyle Cuneo, profesor asociado de oncología radioterápica en Michigan Medicine.

En el ensayo participaron 34 pacientes con cáncer de páncreas localmente avanzado. Los pacientes recibieron AZD1775 además de radiación y gemcitabina. El objetivo del estudio era determinar la dosis máxima tolerada de AZD1775 en esta combinación. En el proceso, los investigadores también descubrieron que esta combinación daba lugar a una supervivencia global mejor de la esperada.

El cáncer de páncreas es particularmente conocido por extenderse a partes distantes del cuerpo, parte de la razón por la que la supervivencia global a cinco años es de sólo el 9%.

«Si alguna vez vamos a curar el cáncer de páncreas, vamos a necesitar un tratamiento sistémico eficaz, así como una terapia local. Nuestros datos sugieren que AZD1775 puede hacer ambas cosas», afirma el autor principal del estudio, el doctor Ted Lawrence, catedrático Isadore Lampe y presidente de oncología radioterápica de Michigan Medicine.

La mediana de la supervivencia global en el estudio fue de 22 meses, con una media de nueve meses sin progresión. En un estudio anterior en el que se utilizó gemcitabina sola en un grupo similar de pacientes, la supervivencia global fue de 12 a 14 meses.

«La adición de AZD1775 a la radiación y a la gemcitabina fue relativamente bien tolerada, con resultados de supervivencia alentadores. Se necesitan más estudios con esta prometedora combinación», afirma Cuneo.

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